jueves, 11 de mayo de 2017

LA FILLE INCONNUE
(2016)
Directores: Jean-Pierre y Luc Dardene
País: Bélgica
Duración: 113 minutos



La chica desconocida es una historia sobresaliente por ser, precisamente, lacónica. En medio de un centenar de películas detectivescas hollywoodenses de ritmo trepidante, este filme es discreto, natural, realista. Ninguna nota musical se asoma en las bocinas de la sala de cine. No hay efectos deslumbrantes, ni virtuosismo digital que maquille las imágenes del invierno francés. La historia avanza sin ripios ni divinas coincidencias para mostrar lo que realmente es relevante: una crítica social fuerte con personajes de buena profundidad psicológica.
Al principio, la doctora Jenny Davin (Adèle Haenel), se encuentra en su consultorio atendiendo fríamente a un paciente, actitud propia de su profesión médica, a la vez que alecciona a su asistente Julien (Olivier Bonnaud) acerca del caso que los atañe en ese momento. Acto seguido atiende a un niño que convulsiona en la sala de espera y le grita a Julien que la ayude, pero éste se queda paralizado y no atina a hacer nada. Pasada la crisis, la doctora Davin le recrimina a Julien por no hacer a un lado sus emociones para realizar su labor de médico. Suena el timbre, Julien quiere abrir, pero la doctora Davin se lo impide, pues su horario de trabajo ha concluido hace una hora, y si fuera grave la persona volvería a tocar el timbre. Al día siguiente el inspector Ben Mahmoud (casi un acrónimo del actor que interpreta ese papel, Ben Hamidou), la interroga al respecto del asesinato de una mujer negra que fue hallada muerta esa mañana en el muelle, y que, tal como revelan las cámaras de vigilancia, minutos antes de morir tocó el timbre del consultorio de la doctora Davin. Al saber que el no haberle abierto la puerta a aquella mujer desembocó en su muerte, Jenny se siente culpable, y en un intento por redimirse y liberarse de dicha culpa emprende una investigación policiaca amateur para conocer el nombre de aquella mujer desconocida, quien de otro modo será enterrada anónimamente, y no existirá posibilidad de que sus familiares sepan que ahí yacen sus restos.
La chica desconocida alude a la mujer anónima que muere al principio de la película, pero también, y sobre todo, a una generalidad de mujeres asesinadas y de las cuales se desconoce su identidad, aquellas que son sólo un número más en las estadísticas, un dígito frío y duro que se pierde entre otros millares de numerales sin nombre ni historia. Es un feminicidio que se encuentra en riesgo de perderse entre millones de casos similares sin esclarecer. Jenny intenta rescatar del abismo del anonimato ese nombre que salve a aquella chica de caer en el olvido y en la in-significancia, pues los investigadores parecen seguir ese caso de oficio, pero sin demasiado interés. Muchos prejuicios sociales caen sobre esa inánime víctima: es negra, africana, inmigrante ilegal y prostituta. La pregunta inmediata es ¿le habrían dado mayor importancia si la asesinada hubiera sido blanca, de ojos azules, francesa? En un contexto social en el cual la política de inmigración a nivel mundial se ha recrudecido en los últimos años, este caso señala el desinterés y la apatía por ayudar a los extranjeros, a los inmigrantes. Jenny quiere cambiar eso. Tras no haber atendido aquella llamada de auxilio, el timbre se convierte en un ave de mal agüero, en el presagio de una potencial desgracia. Su sonido se convierte en un recordatorio de su equivocación, de su petulancia profesional, de su culpabilidad. En algún momento, su maestro, sabedor de la culpa que siente su alumna, le pide que recuerde que ella no la mató, pero para Jenny eso no importa, basta con sentirse culpable para serlo, y su búsqueda del nombre se convierte en su búsqueda de redención personal. Si al principio la doctora Davin recrimina la falta de objetividad a su asistente Julien, en cuanto se entera de la muerte de la mujer desconocida ella misma pierde su aplomo anterior y realiza funciones que están fuera de su jurisdicción, lo cual demuestra que no existe acción humana alguna exenta de subjetividad, pues tanto la medicina como la investigación forense, por muy imparciales y objetivas que pretendan ser, siempre son levadas a cabo por sujetos, y con éste, vienen todos sus prejuicios, su carga emotiva y su historia psicológica personal.
El defecto más notorio de la película se debe precisamente a su búsqueda de realismo, que hace que la trama fluya lenta y por momentos decaiga. Su virtud está en el guión, en la actuación de varios de sus actores (sobre todo de la joven Adèle Haenel), su tono y su crítica social. La fille inconue nos cuenta una historia de un feminicidio, de discriminación, del sentimiento de culpa y de la necesidad de la expiación. Al final, resulta aleccionadora. A pesar de todos los prejuicios humanos, de las trabas del sistema judicial, de los obstáculos, la labor de una sola persona sí puede hacer un cambio significativo y cambiar el curso de los acontecimientos por un rumbo más favorable y justo para la humanidad.


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