LA FILLE INCONNUE
(2016)
Directores:
Jean-Pierre y Luc Dardene
País: Bélgica
Duración: 113
minutos
La chica desconocida es una historia sobresaliente
por ser, precisamente, lacónica. En medio de un centenar de películas
detectivescas hollywoodenses de ritmo trepidante, este filme es discreto,
natural, realista. Ninguna nota musical se asoma en las bocinas de la sala de
cine. No hay efectos deslumbrantes, ni virtuosismo digital que maquille las
imágenes del invierno francés. La historia avanza sin ripios ni divinas
coincidencias para mostrar lo que realmente es relevante: una crítica social
fuerte con personajes de buena profundidad psicológica.
Al principio, la
doctora Jenny Davin (Adèle Haenel), se encuentra en su consultorio atendiendo
fríamente a un paciente, actitud propia de su profesión médica, a la vez que
alecciona a su asistente Julien (Olivier Bonnaud) acerca del caso que los atañe
en ese momento. Acto seguido atiende a un niño que convulsiona en la sala de
espera y le grita a Julien que la ayude, pero éste se queda paralizado y no
atina a hacer nada. Pasada la crisis, la doctora Davin le recrimina a Julien
por no hacer a un lado sus emociones para realizar su labor de médico. Suena el
timbre, Julien quiere abrir, pero la doctora Davin se lo impide, pues su
horario de trabajo ha concluido hace una hora, y si fuera grave la persona
volvería a tocar el timbre. Al día siguiente el inspector Ben Mahmoud (casi un
acrónimo del actor que interpreta ese papel, Ben Hamidou), la interroga al
respecto del asesinato de una mujer negra que fue hallada muerta esa mañana en
el muelle, y que, tal como revelan las cámaras de vigilancia, minutos antes de
morir tocó el timbre del consultorio de la doctora Davin. Al saber que el no
haberle abierto la puerta a aquella mujer desembocó en su muerte, Jenny se
siente culpable, y en un intento por redimirse y liberarse de dicha culpa
emprende una investigación policiaca amateur para conocer el nombre de aquella
mujer desconocida, quien de otro modo será enterrada anónimamente, y no
existirá posibilidad de que sus familiares sepan que ahí yacen sus restos.
La chica desconocida alude a la mujer
anónima que muere al principio de la película, pero también, y sobre todo, a
una generalidad de mujeres asesinadas y de las cuales se desconoce su
identidad, aquellas que son sólo un número más en las estadísticas, un dígito
frío y duro que se pierde entre otros millares de numerales sin nombre ni
historia. Es un feminicidio que se encuentra en riesgo de perderse entre
millones de casos similares sin esclarecer. Jenny intenta rescatar del abismo
del anonimato ese nombre que salve a aquella chica de caer en el olvido y en la
in-significancia, pues los investigadores parecen seguir ese caso de oficio,
pero sin demasiado interés. Muchos prejuicios sociales caen sobre esa inánime
víctima: es negra, africana, inmigrante ilegal y prostituta. La pregunta
inmediata es ¿le habrían dado mayor importancia si la asesinada hubiera sido
blanca, de ojos azules, francesa? En un contexto social en el cual la política
de inmigración a nivel mundial se ha recrudecido en los últimos años, este caso
señala el desinterés y la apatía por ayudar a los extranjeros, a los
inmigrantes. Jenny quiere cambiar eso. Tras no haber atendido aquella llamada
de auxilio, el timbre se convierte en un ave de mal agüero, en el presagio de
una potencial desgracia. Su sonido se convierte en un recordatorio de su
equivocación, de su petulancia profesional, de su culpabilidad. En algún
momento, su maestro, sabedor de la culpa que siente su alumna, le pide que
recuerde que ella no la mató, pero para Jenny eso no importa, basta con
sentirse culpable para serlo, y su búsqueda del nombre se convierte en su
búsqueda de redención personal. Si al principio la doctora Davin recrimina la
falta de objetividad a su asistente Julien, en cuanto se entera de la muerte de
la mujer desconocida ella misma pierde su aplomo anterior y realiza funciones
que están fuera de su jurisdicción, lo cual demuestra que no existe acción
humana alguna exenta de subjetividad, pues tanto la medicina como la
investigación forense, por muy imparciales y objetivas que pretendan ser,
siempre son levadas a cabo por sujetos, y con éste, vienen todos sus
prejuicios, su carga emotiva y su historia psicológica personal.
El defecto más
notorio de la película se debe precisamente a su búsqueda de realismo, que hace
que la trama fluya lenta y por momentos decaiga. Su virtud está en el guión, en
la actuación de varios de sus actores (sobre todo de la joven Adèle Haenel), su
tono y su crítica social. La fille
inconue nos cuenta una historia de un feminicidio, de discriminación, del
sentimiento de culpa y de la necesidad de la expiación. Al final, resulta
aleccionadora. A pesar de todos los prejuicios humanos, de las trabas del
sistema judicial, de los obstáculos, la labor de una sola persona sí puede
hacer un cambio significativo y cambiar el curso de los acontecimientos por un
rumbo más favorable y justo para la humanidad.
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